Ante los resultados tan decadentes para el partido, Albert Rivera decidió dimitir como líder de la fuerza naranja. Antes de la elección del nuevo presidente del partido, se convocaron comicios regionales en Galicia y País Vasco para el 5 de abril. Albert Rivera, que se negó a negociar cualquier acuerdo de investidura con Pedro Sánchez hasta poco antes de la disolución de las Cortes, fue duramente castigado en las urnas, perdiendo 47 de los 57 escaños conseguidos siete meses antes, pasando a ser la quinta fuerza política con solo diez escaños, perdiendo dos millones y medio de votos respecto a las elecciones anteriores, un 60% de los votos.