El nombre proviene de George Spencer, II conde Spencer (1758-1834), del que se cuenta que adaptó su frac después de que se le quemasen los faldones. De este modo se genera un efecto óptico muy peculiar, puesto que de alguna forma parece que la camiseta esté en movimiento. La camiseta es una prenda universal comodísima, de bajo coste y un altísimo nivel de versatilidad que seguirá teniendo la misma repercusión social, o más, que cuando empezó a popularizarse durante la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo, gracias a los legendarios galanes de Hollywood.