Los métodos mecanizados y la producción en serie permitieron la adquisición de prendas de moda a un mayor porcentaje de población, lo que fomentó el consumo y propició la costumbre de salir de compras como una actividad de ocio. Por otro lado, el auge de la industria textil comportó un aumento de los productos y por tanto una democratización de los precios, lo que impulsó la venta al por menor y la ampliación del mercado de consumo.